Llegó la hora de decidir(se)

1511195_10152117677353617_610390319_nHemos estrenado un nuevo año después de habernos comido otro. Parece que lo único que nos va quedando de comer es precisamente eso: EL TIEMPO.  Con el nuevo año, algun@s creen que cambiarán algunas cosas. Otr@s incluso que mejorarán. Como si las cosas cambiaran o mejoraran por si solas. Vaya ingenuidad la nuestra. Todos son deseos y buenas intenciones. Pero ¡joder!, ¡qué nos queda sino intentar autoconvencernos de que este año que empieza será mejor que ese duro y brutal 2013 que nos ha dejado!

L@s más optimistas creen que es difícil que en 2014 todo vaya a peor. Los pesimistas (eso si, esperanzados) como yo,  no creemos, SABEMOS que todavía puede ser peor. Finalmente tenemos a aquellos (esos que se han autodegradado a la categoría de ganado), que alarmantemente aun creen “a sus amos” cuando éstos les dicen que “la economía ya se ha recuperado” o que “ya se ve la luz al final del túnel”. Dentro o fuera de éstos últimos también podríamos incluir a l@s que, de una forma enfermiza,  creen que rezando a su dios de ciencia-ficción, todo se acabará arreglando.

Lo que sí parece cierto es que 2014 puede ser uno de esos años en los que nos acerquemos al punto de no retorno. Me explico. Cuando una sociedad, llámese la española en nuestro caso, lleva ya un tiempo sufriendo en sus carnes los efectos devastadores de un sistema inhumano que sólo genera miseria, pobreza y desigualdad, y durante ese tiempo ha podido y sobretodo HA QUERIDO(in)formarse, aprender, contrastar y finalmente comprobar por sí misma, que la solución a sus problemas nunca va a venir desde arriba, se llega a la conclusión de que, después de sufrir una etapa agónica y dramática, llena de grandes penurias, hay que tomar la inevitable decisión de elegir de qué lado se está. Llegados a este punto debemos escoger el bando en el que luchar, en una guerra que llevamos perdiendo durante décadas. -¿increíble que aún estemos así no?-

Ya no queda tiempo para seguir esperando cambios en las estructuras y organizaciones oficiales, paridas por cierto en los entresijos del sistema. Es necesario despertar de esa falsa creencia de que esto es cíclico y de que en unos pocos años y por arte de birlibirloque, todo volverá a su ser. Entre otras cosas porque ahora sabemos que ese SER ya era abominable entonces y algunos, por desgracia aún no todos, no queremos volverlo a vivir.

Como digo, da la sensación de que se acerca la hora en donde debemos posicionarnos. En esa decisión, en ese proceso, entraremos en conflicto con nuestro ego varias veces, seremos víctimas de varias o muchas contradicciones. Sin duda para algunos,será una decisión difícil, porque supondrá romper con un esquema, con una vida entera que ha sido programada al milímetro por el sistema. Para muchos supondrá derribar ese castillo de naipes en el que está construida su existencia y sus expectativas. Toca pues, desaprender para aprender de nuevo. Y he aquí el verdadero reto. Porque eso cuesta, y mucho. Y porque además, el sistema tiene los mecanismos necesarios para hacerte dudar de ello y que vuelvas al reverso tenebroso de la (i)lógica capitalista. Aun así, todo esto no nos debería impedir ver que si al menos no lo intentamos, estaremos siendo por omisión, los aliados del otro bando. De ese que va ganando. Porque así se nutre este sistema. De nuestras voluntades, de nuestro trabajo, de nuestra obediencia, dela falsa creencia de que solo hay un camino posible, de nuestros miedos…

Es entonces cuando pasamos de poder elegir por nosotr@s mism@s, a que sea el propio sistema capitalista,¡nuestro enemigo!,  el que nos educa como súbditos y el que nos recluta como ejército.Un ejército alienado y servil que estará dispuesto a todo para que nada cambie, y que marchará fiel a su amo hasta el fin de su triste existencia.

Cuando empezamos un nuevo año, es muy típico esperar cambios, desearse cosas buenas,  intentar hacer tabla rasa con los problemas y marcarse un propósito para el año que comienza. En un momento, en el que está muy de moda en algunas zonas de este país reivindicar (para mí, legítimamente), El DERECHO A DECIDIR DE LOS PUEBLOS, yo os propongo este único y claro deseo para el 2014: EL DEBER DE DECIDIR DE LAS PERSONAS. Decidid sin miedo de qué lado queréis estar en esta encarnizada guerra de clases. Que ya NADA ni NADIE lo haga por vosotr@s.

Es lo mínimo que podemos hacer como personas y a la vez  lo máximo que podemos hacer para cambiar las cosas.

Recuperando a mis padres.

ELABRAZODE PAPAAyer, tomé una decisión de las más acertadas y gratificantes que he tomado en mi vida. Como ayer no me tocó sufrir la enésima resaca, pensé que ya era hora de hacer algo con mis padres. Sabiendo que a mi madre le encanta la novela de Noah Gordon «El médico» y dado que ahora han hecho una película inspirada en ella, les propuse a ambos ir al cine a verla y cenar por ahí. Para ser sincero, ya ni me acordaba de cuando fue la última vez que salí con ellos a pasar un buen rato.
Cuando se acaba la niñez, vas pasando por diferentes etapas de la vida en las cuales, por unas razones u otras se acaban o se posponen los momentos para estar juntos. En la adolescencia porque queremos espacio, independencia y en ocasiones porque queremos romper con la niñez alejándonos de los padres. En la temprana juventud porque solo tenemos tiempo para estudiar y salir con amigos, y en la segunda juventud-adultez porque andamos llenos de preocupaciones y faltos de tiempo.
No nos acordamos de todas aquellas veces en que ellos, nuestros padres, nos llevaban al parque, al cine, de excursión… sólo para hacernos felices. Ahora que se van haciendo mayores son ellos los que necesitan ese cariño y esa compañía que nos daban cuando eramos pequeños y que ya no disfrutan porque unas veces no estamos disponibles y otras porque prefieren dejarnos a nuestro aire y no molestar nuestra marcha diaria.
Por eso, cuando ayer les propuse ir al cine, me di cuenta de lo necesario y vital que es volver a pasar ratos buenos con nuestros padres. L@s que os falte alguno de ellos, o los dos, sabréis a lo que me refiero. . A los que todavía los conservamos y los teníamos un poco apartados de nuestra vida, os recomiendo que de vez en cuando salgáis con ellos y hagáis algo que vaya más allá de la simple comida familiar o la conversación telefónica para contarles vuestros problemas y desahogaros.
Ellos también necesitan ratos buenos para disfrutar de los hijos como nosotr@s de ellos. Hoy en día, muchas veces prefieren quitarse cosas, quedarse en casa para ahorrar gastos y seguir ayudando económicamente a aquellos hij@s que lo están pasando mal. ¡Que menos que devolverles ese sacrificio y ese amor incondicional saliendo con ellos de vez en cuando para que sientan que sus hijos siguen estando ahí!
Aprendamos a a apreciar y a disfrutar de su compañía porque algún día ya no estarán aquí y entonces sí les echaremos de menos.
Yo, después de lo de ayer pienso repetir.