Hemos estrenado un nuevo año después de habernos comido otro. Parece que lo único que nos va quedando de comer es precisamente eso: EL TIEMPO. Con el nuevo año, algun@s creen que cambiarán algunas cosas. Otr@s incluso que mejorarán. Como si las cosas cambiaran o mejoraran por si solas. Vaya ingenuidad la nuestra. Todos son deseos y buenas intenciones. Pero ¡joder!, ¡qué nos queda sino intentar autoconvencernos de que este año que empieza será mejor que ese duro y brutal 2013 que nos ha dejado!
L@s más optimistas creen que es difícil que en 2014 todo vaya a peor. Los pesimistas (eso si, esperanzados) como yo, no creemos, SABEMOS que todavía puede ser peor. Finalmente tenemos a aquellos (esos que se han autodegradado a la categoría de ganado), que alarmantemente aun creen “a sus amos” cuando éstos les dicen que “la economía ya se ha recuperado” o que “ya se ve la luz al final del túnel”. Dentro o fuera de éstos últimos también podríamos incluir a l@s que, de una forma enfermiza, creen que rezando a su dios de ciencia-ficción, todo se acabará arreglando.
Lo que sí parece cierto es que 2014 puede ser uno de esos años en los que nos acerquemos al punto de no retorno. Me explico. Cuando una sociedad, llámese la española en nuestro caso, lleva ya un tiempo sufriendo en sus carnes los efectos devastadores de un sistema inhumano que sólo genera miseria, pobreza y desigualdad, y durante ese tiempo ha podido y sobretodo HA QUERIDO(in)formarse, aprender, contrastar y finalmente comprobar por sí misma, que la solución a sus problemas nunca va a venir desde arriba, se llega a la conclusión de que, después de sufrir una etapa agónica y dramática, llena de grandes penurias, hay que tomar la inevitable decisión de elegir de qué lado se está. Llegados a este punto debemos escoger el bando en el que luchar, en una guerra que llevamos perdiendo durante décadas. -¿increíble que aún estemos así no?-
Ya no queda tiempo para seguir esperando cambios en las estructuras y organizaciones oficiales, paridas por cierto en los entresijos del sistema. Es necesario despertar de esa falsa creencia de que esto es cíclico y de que en unos pocos años y por arte de birlibirloque, todo volverá a su ser. Entre otras cosas porque ahora sabemos que ese SER ya era abominable entonces y algunos, por desgracia aún no todos, no queremos volverlo a vivir.
Como digo, da la sensación de que se acerca la hora en donde debemos posicionarnos. En esa decisión, en ese proceso, entraremos en conflicto con nuestro ego varias veces, seremos víctimas de varias o muchas contradicciones. Sin duda para algunos,será una decisión difícil, porque supondrá romper con un esquema, con una vida entera que ha sido programada al milímetro por el sistema. Para muchos supondrá derribar ese castillo de naipes en el que está construida su existencia y sus expectativas. Toca pues, desaprender para aprender de nuevo. Y he aquí el verdadero reto. Porque eso cuesta, y mucho. Y porque además, el sistema tiene los mecanismos necesarios para hacerte dudar de ello y que vuelvas al reverso tenebroso de la (i)lógica capitalista. Aun así, todo esto no nos debería impedir ver que si al menos no lo intentamos, estaremos siendo por omisión, los aliados del otro bando. De ese que va ganando. Porque así se nutre este sistema. De nuestras voluntades, de nuestro trabajo, de nuestra obediencia, dela falsa creencia de que solo hay un camino posible, de nuestros miedos…
Es entonces cuando pasamos de poder elegir por nosotr@s mism@s, a que sea el propio sistema capitalista,¡nuestro enemigo!, el que nos educa como súbditos y el que nos recluta como ejército.Un ejército alienado y servil que estará dispuesto a todo para que nada cambie, y que marchará fiel a su amo hasta el fin de su triste existencia.
Cuando empezamos un nuevo año, es muy típico esperar cambios, desearse cosas buenas, intentar hacer tabla rasa con los problemas y marcarse un propósito para el año que comienza. En un momento, en el que está muy de moda en algunas zonas de este país reivindicar (para mí, legítimamente), El DERECHO A DECIDIR DE LOS PUEBLOS, yo os propongo este único y claro deseo para el 2014: EL DEBER DE DECIDIR DE LAS PERSONAS. Decidid sin miedo de qué lado queréis estar en esta encarnizada guerra de clases. Que ya NADA ni NADIE lo haga por vosotr@s.
Es lo mínimo que podemos hacer como personas y a la vez lo máximo que podemos hacer para cambiar las cosas.