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Mi otro 15-M

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Después de 6 años y cuatro entradas en este blog sobre el 15-M, va quedando ya poco que escribir en esta fecha tan importante para mi, que no haya dicho ya. Cómo irrumpió en mi vida, los logros que consiguió, balances de situación del movimiento, cómo mutó, mi visión personal del mismo, qué ha sido del 15-M, o qué hubiera pasado de no existir. Después de varios análisis desde lo político, lo ideológico,  desde la perspectiva social del activista y militante sobrevenido, o desde esa mirada relacionada con el crecimiento personal, queda por contaros todo aquello que, por caprichos del libre albedrío y de las consecuencias derivadas de formar parte de todo aquello que ha rodeado al 15-M, ha sobrevenido en mi vida personal. Quizá no es la visión más interesante para el perfil de lector/a de este humilde blog, pero sin duda es ahora mismo la más importante para el que escribe, en estos tiempos tan oscuros, de tan pocas alegrías y tantas ilusiones truncadas desde aquel mágico 2011.

Como ya dije en entradas anteriores, a muchos nos tocó tan fuerte el espíritu quincemero y tantas energías y perspectivas pusimos el él, que, especialmente en sus 3 primeros años, participábamos de cada lucha, de cada iniciativa, sin dejar apenas tiempo para otra cosa, llegando a militar no solo en la Asamblea popular del 15-M de tu pueblo/barrio, sino en cualquier colectivo nacido al calor del 15-M, además de aquellos jóvenes e incipientes movimientos que ya existían antes de él.  Tal fue el caso de la Plataforma de afectados por la hipoteca (PAH), cuyo nodo levantino nacía en Valencia un sólo mes antes del 15-M. Después de 3 años (2012-2015) de militancia en la PAH, con sus muchas alegrías y victorias y algunas decepciones y experiencias desagradables, lo mejor y más grande que me aportó ese colectivo fue conocer a la que hoy es mi compañera de camino en la vida: Gema. Mi encuentro con ella no fue de cuento de hadas ni reviste apenas romanticismo. De hecho, creo que al principio ni siquiera reparó en mi presencia ya que, como es comprensible, andaba preocupada y angustiada por luchar y resolver su dramática situación personal. Nuestra relación se fue forjando a fuego lento, como esas grandes revoluciones que estallan cuando menos lo esperas. Aquel beso furtivo en aquel lugar que solo ella conoce, cuando ella más lo necesitaba, unió nuestros destinos, quien sabe hasta cuándo…

Las batallas que hemos librado juntos en la PAH, darían para 4 o 5 entradas más en este blog, y no es hoy el momento de contarlas. Baste decir que Gema, aunque no participó en los inicios del 15-M, es de esas personas que encarnan a la perfección aquellas sensaciones tantas veces descritas por un servidor y que terminaron por enamorarme, no solo del movimiento, sino tambień de ella. Empoderamiento, generosidad, solidaridad, resiliencia, entrega y compromiso, hacen de ella una mujer increíble. Compartir tu vida con una persona, significa aceptar todo lo que es importante para ella y que forma parte de su vida. Su hijo Kevin, de 13 años, es un chaval tímido a la vez que despierto, creativo, hecho y curtido por los duros momentos que le costó vivir y padecer junto a su madre.  Una personita especial, con una extraordinaria madurez y amabilidad que no son habituales en chavales de su edad. Él es otra bonita y enriquecedora consecuencia que me he encontrado, como por arte de 15-M.

Los tres años que llevo compartiendo mi vida con Gema y Kevin, han hecho de mi una persona distinta. Igual que el 15-M hizo con mi conciencia, ellxs dos han revolucionado el terreno de mis emociones más ocultas. Producto de eso que llaman amor, nació hace ya casi 5 meses nuestro hijo Guillem. Él, sin saberlo todavía, ha sido el fruto de los avatares de un movimiento social que provocó la conexión entre personas que de otro modo y en otras circunstancias, seguramente ni se hubieran encontrado. Tejió una red neuronal que, aun sin capacidad para cambiar el mundo –ya nos gustaría–, sí ha servido para transformar mi vida de una manera que jamás imaginé. Experiencias personales como el amor vivido intensamente, la paternidad y otras muchas colectivas como la solidaridad, la acción directa y la militancia en todos los aspectos de la vida,  son muchísimo más de lo que tenía antes del 15 de mayo de 2011.

Hay quienes dicen a día de hoy, que el 15-M no sirvió para mucho. Algunos incluso dirán que para nada. Hoy puedo decir que a mi, personalmente me ofreció mil motivos para luchar y muchas razones para amar. Entre ellas destacan tres: Gema, Kevin y Guillem. Creo que no es poco y que, al menos en mi caso, merece una celebración personal, desde dentro y compartida, cada uno de los años que me resten de vida.

No es esta una ñoña oda de un nostálgico sobre una secta de perroflautas. Es un sincero canto de agradecimiento hacia un acontecimiento que cambió mi vida y la de muchas personas para siempre. Algo que te marca de esa manera, no se olvida tan fácilmente.

Feliz 15-M a tod@s aquell@s que vivimos intensamente lo que ocurrió en aquellas plazas, en cada una de las experiencias y momentos. En aquella larga conversación entre iguales. A aquellxs que hoy, tenemos la enorme suerte de disfrutar cada una de las consecuencias que han derivado de la participación activa en este movimiento al que cada año rindo un pequeño y sentido homenaje en este sencillo espacio virtual.

La emoción y las vivencias de las Plazas, las luchas y el recuerdo de todo lo bueno que nos dejó el 15-M siguen intactos a pesar del paso del tiempo. Día tras día, año tras año, debemos regarlo para que siga creciendo en nosotr@s.

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Mi 15-M

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Llegan estas fechas y,  en honor a la tradición, escribo algo sobre uno de los fenómenos político-sociales quizá más relevantes y especiales de las últimas décadas. Cada año, resulta casi una una deuda moral para mi, dedicarle unas palabras a ese movimiento nacido aquel 15 de mayo de 2011, que transformó mi vida para siempre. Sí, así como suena.

¿nostalgia? No creo. ¿Idealización? Tampoco. Este 5ª año pretendo reflexionar desde la experiencia vivida y hacer un balance personal entre lo que era antes y lo que soy después de un lustro de 15-M.

En estos 5 años, aquell@s que en mayor o menor medida hemos podido vivir activamente el 15-M , hemos pasado por varias etapas: (despertar, absorber, desaprender, aprender, compartir, crear, deshacer, soñar despierto, agobiarse, quemarse…y vuelta a empezar). Muchas experiencias, mucho esfuerzo y mucho tiempo dedicado desde entonces. El balance general no es ni mucho menos malo, le pese a quien le pese. Aunque si miro atrás, es el balance personal el que hace del movimiento del 15 de mayo, el acontecimiento más grande e importante que se cruzó en mi vida.

Hace poco más de 5 años, yo era una auténtica caricatura. Un desecho humano que se arrastraba sin rumbo y sin vida por el bucle capitalista: trabajar, obedecer, consumir. Un proyecto fallido de vida, vacío de contenido y desprovisto de cualquier atisbo de actividad neuronal que no fuera estudiar oposiciones, ver la TV, asistir a partidos de fútbol y correrme alguna juerga. La conciencia social brillaba por su ausencia. Un absoluto desclasado vamos…

Como ya conté en mi primer texto quincemayero que da nombre a este humilde blog, mi cambio se produjo como consecuencia de elegir la PASTILLA ROJA (esto es metafórico eh!) que se me ofreció en aquel preciso momento concreto, en aquella Plaza, en cada Asamblea del pueblo, en cada acción, en cada minuto pasado compartiendo y debatiendo estrategias, propuestas, sueños, en cada sonrisa, en cada lágrima, en cada victoria, en cada derrota…descargaIncluso hoy, el despertar a la vida que experimentamos algun@s aquel día, permanece intacto también en cada momento de frustración y pesimismo, pues aquellos sueños y utopías que aun a día de hoy continúan siendo nuestro motor, están más lejos que nunca de hacerse realidad. A pesar de todo, seguimos en pie.

Hay muchos 15-M’s. Tantos como personas que participamos del movimiento. Tantos como procesos y experiencias personales se produjeron como consecuencia de los «efectos secundarios» de tomar aquella Pastilla Roja. Nunca sabes cómo te va a afectar. A mi me dio por creerme eso de que la gente puede autorganizarse sin necesidad de recurrir ni a partidos, ni a lideres expertos de la real politik. El 15-M nos demostró que podíamos tomar las riendas de nuestras propias vidas y decidir el qué, el cómo y el dónde. Casi sin quererlo, mi propia relación con el movimiento me condujo hacía el pensamiento libertario. No en vano, las prácticas de asamblearismo, apartidismo, horizontalidad, ausencia de liderazgos y la democracia y acción directas de que hacía gala el joven movimiento, son rasgos inequívocos del movimiento anarquista.

Los dos primeros años estuvieron llenos de entusiasmo y actividad porque las luchas eran muchas y la energía y las ilusiones estaban al máximo. Muchos movimientos ya existentes fueron reforzados y otros nuevos nacieron al calor del 15-M. Mientras nos duraron las fuerzas y el día a día nos lo permitía, participábamos de todo lo que surgía. Para much@s, entre l@s que me encuentro,  el 15-M fue el catalizador de otras luchas, más concretas, a las cuales hemos dedicado nuestro esfuerzo y tiempo durante buena parte de estos 5 años. Para otr@s, con el listón más alto en cuanto a expectativas y por qué no, por propia necesidad y supervivencia,  el movimiento les permitió conocer, participar y retroalimentarse de iniciativas y proyectos radicalmente opuestos a un modelo capitalista en clara fase de corrosión. Ahí están los proyectos de autoempleo en huertos urbanos, un renovado cooperativismo, proyectos de vida en las Eco-aldeas, eco-redes de intercambio, monedas sociales… En definitiva, un modelo alternativo a la barbarie de sistema económico que nos ha llevado al cuello de botella evolutivo en el que nos encontramos. La tercera vía, la formaban aquell@s que casi desde el primer momento pensaron que esto iba únicamente de encerrar a los corruptos y echar a los dos grandes partidos que se habían turnado en el poder en las últimas décadas. Era esa, otra parte del 15-M que siempre pensó que se debía canalizar la indignación a través de la toma del poder político.  A los 3 años, un grupo de «expertos» y por qué no, oportunistas que NUNCA estuvieron en las plazas, aprovechó esta vía y fundo un partido: PODEMOS. Hoy, una parte de ese 15-M aun cree ingenuamente que se pueden cambiar las cosas desde las instituciones. Otra, que al principio mordió el anzuelo y que al poco tiempo ha caído en la cuenta que el modelo parlamentarista es inoperante, se debate entre volver a las plazas, o volver a tomar la pastilla azul para anestesiar la terrible decepción que supone haber despertado del sueño electoralista.

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No lo ha tenido nada fácil el movimiento 15-M estos 5 años. A la brutal represión de los gobiernos de turno se le ha sumado la constante evaluación y crítica tanto de los grandes Medios de (des)información, como de aquellos apóstoles de la revolución social, ya fueran comunistas ultraortodoxos, anarquistas dogmáticos, insurreccionalistas de sofá o «revolucionarios de doble-click», quienes siempre tacharon al movimiento de «ciudadanista», «pequeño burgués», «reformista»  u otras lindezas. La mayoría de ellos, NUNCA participaron de él y por tanto no tienen una percepción real del alcance que tuvo en much@s de nosotr@s.  Ni yo mismo lo se. El tiempo, siempre tan sabio y paciente, nos dirá el verdadero impacto social que dejó  el 15-M en la historia de este condenado país. Lo bien cierto es que, en la historia reciente de esta «democracia» de bajísima intensidad,  NINGUNA organización ya fuera política, sindical, o social, había logrado hasta el 15 de mayo de 2011 despertar a tantísima gente de todas las edades y condiciones sociales, consiguiendo organizarlos en torno a un consenso de mínimos que, si bien no presentaba un carácter completamente rupturista, abría el camino para establecer unas bases que permitieran contestar directa y radicalmente al caduco sistema capitalista que nos oprime. no-es-una-crisis1El Capitalismo empezó a ser verdaderamente cuestionado por cada vez más gente a partir de aquel día. Ese es un importante logro que nadie le puede negar al 15-M.

Fue además, ese carácter inclusivo y la alegría, el entusiasmo y la -a veces- ingenua ilusión con que hemos luchado durante estos 5 años, lo que ha permitido que nos hayamos encontrado muchas personas que, si bien no pensamos completamente igual (malo sería),  y no compartimos los mismos medios y vías para cambiar este mundo enfermo, hemos coincidido plenamente en que las sociedades, los sistemas se transforman y se contestan  SIEMPRE desde abajo. Son esas personas, el mejor regalo y el mayor triunfo que me llevo de estos 5 años de alegrías y decepciones. Hay todavía mucho camino por recorrer. VAMOS DESPACIO, PORQUE VAMOS MUY LEJOS. Nos encontramos allá: en UTOPÍA.

A quienes nos conocimos después de aquella larga conversación,

¡FELIZ DESPERTAR! ¡FELIZ 15-M!

Seguimos y seguiremos en pie.

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¿»como va la revolución»?

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La peor puñalada de frustración es darse un baño de realidad. O peor, que te lo de otro. Ese baño, que llega a través de un jarro de agua helada que un buen día te cae de repente, supone reconocer-una vez más– lo lejos que estamos (cada día más) de alcanzar  la eterna y cada vez más lejana «utopía» de derrotar al sistema y al tiempo concebir un mundo radicalmente diferente a la abrumadora monstruosidad que padecemos actualmente.

Andaba yo el otro día por las calles de mi pueblo –ya no recuerdo ni a dónde me dirigía, ni qué propósito me movía a ello– y en esas me topé con un señor de avanzada edad, que según creo, pasa el resto de sus días en la residencia de ancianos contigua al Conservatorio, mi lugar de trabajo. Como quiera que este buen señor no está incapacitado por ninguna enfermedad ni dolencia grave, acostumbra a salir de la residencia, y a menudo se le ve en la calle y en los bares y lugares de ocio. A día de hoy, todavía no se cómo se llama, aunque él sí parece conocerme, a vida cuenta de que cada vez que me ve, me saluda con un efusivo ¡Guerrerooo!  preguntándome  en ocasiones acerca del estado de la cosa política y social.

Conozco a este hombre solo desde hace unos pocos años. Más por las cortas conversaciones que he mantenido con él, que por otra cosa, pues creo que no es oriundo de Buñol. Si embargo, por alguna extraña razón tengo una especial conexión con este despierto e inquieto abuelete (permítaseme este cariñoso tratamiento). Si mi cada vez más deteriorada memoria a corto plazo no me falla, empecé a verlo hace ya casi 5 años en las 1eras y multitudinarias asambleas de la Asamblea popular del 15-M de Buñol y más tarde, en algunos eventos y acciones promovidos por el propio 15-M  u otros colectivos sociales-parece que este hombre me haya estado siguiendo la pista- en los que he estado metido desde entonces.

Cuando irrumpió Podemos en la escena política, este señor, al igual que otras muchas personas en un pueblo no muy grande como Buñol-en el que nos conocemos tod@s-, me asociaron (de forma equivocada) con el nuevo partido. Debo decir que yo nunca he asistido a ninguna de sus asambleas y jamás me he sentido cercano a su propuesta parlamentarista. Sin embargo, si algo ha sabido utilizar y rentabilizar a su favor Podemos, es conseguir que mucha gente asocie a los activistas y movimientos sociales surgidos o reforzados al calor del 15-M, con su propuesta partidista. Pero no es esto lo que nos trae hoy aquí.

Aquel día, uno de tantos otros en los que me he encontrado con él, me formuló una pregunta que no me había hecho nunca. La pregunta más directa y a la vez más difícil, no sólo de responder, sino sobretodo de soportar estoicamente, a vida cuenta del estado actual de las cosas y del pesimismo que me invade últimamente. Dijo así:

-«Guerrero, ¿como va la revolución?»

 Es en ese momento cuando te das cuenta de lo jodido que estás. Tras el gancho propinado en toda la cara con esa pregunta, durante una milésima de segundo compruebas que has perdido buena parte de aquel entusiasmo y la firme convicción que (man)tenías hasta hace solo 2 años Aquella ilusión, ahora transformada casi en una quimera, de que todavía podíamos soñar con tumbar al sistema y crear algo diferente para este planeta y la vida que queda en él. Una pregunta que de repente te obliga a hacer un rápido y fugaz balance de situación sobre algo en que durante un tiempo has puesto (y pones) mucho esfuerzo, ilusiones y grandes expectativas, pero que se traduce en una bofetada de amarga realidad que cuesta digerir, al menos durante los primeros minutos, hasta que recuperas el control de la situación y vuelves al estado de equilibrio entre realismo pesimista-compromiso de seguir intentándolo a pesar de todo. 

Aquella no fue una pregunta que no me hubiera hecho yo mismo cientos de veces, especialmente en los últimos 2 años. Sin embargo, al hacerla alguien como este señor, alguien que de alguna manera cree que las generaciones anteriores a él, tienen las respuestas y la clave para cambiar las cosas, el análisis es bien diferente. Al margen de la cara de gilipollas que se me debió quedar, lo más difícil de asumir fue el sentimiento de impotencia, la abrumadora sensación de frustración que suponía no poder responder al abuelete con algo más o menos creíble, algún atisbo de esperanza  que al menos paliara la decepción, la preocupación que sienten personas inquietas como él ante un mundo actual lleno de odio, muerte, guerras, miseria y codicia por doquier. Personas que están ya de vuelta de todo, a las que no queda mucho tiempo de vida, y que se agarran al más mínimo clavo ardiendo para soñar que cuando ya no estén, este mundo será menos malo.

Tras la pregunta, apenas pude articular palabra. ¿que le iba a decir? ¿que «cómo iba la revolución»?  ¿qué revolución? Aquel conato de revolución con la que yo soñé durante un tiempo se ha ido consumiendo con la resignación, la apatía y el conformismo que ya coexistían antes de llegar aquel soplo de aire fresco que me devolvió a la vida: el 15-M. Eso, unido a la absorción de parte-no todo afortunadamente-de aquel espíritu  por parte de «la nueva política institucional» y sobretodo al miedo a cambiar, un pánico devenido en rechazo a construir un relato distinto al pensamiento único, ese dogma capitalista del que la mayor parte del rebaño no está dispuesta a desprenderse, es lo que me paralizó impidiendo que pudiera responder a mi viejo interlocutor.

Habrá quien lea este texto, y seguramente pensará «ya te lo decía yo Guerrero. No hay nada que hacer» o «las cosas son así, y no se pueden cambiar». Yo, sin embargo, y a pesar del tremendo pesimismo y resignación que por momentos pueda destilar este post, sigo estando en absoluto desacuerdo. Se pueden, y se deben seguir haciendo cosas para cambiar, o en el peor de los casos, mejorar este mundo tan enfermo. En nuestro pequeño microcosmos, empezando por uno mismo, y continuando por el pueblo, barrio, asociación de vecinos, asamblea de parados, sindicato o movimiento social, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de continuar luchando, aunque el colapso ecológico sea ya imparable y la vida a medio plazo en este planeta sea ya inconcebible.

Solo por una cuestión de principios, de dignidad y de conciencia, debemos estar ahí hasta el último día. No nos puede frenar el pesimismo. Quizá debamos reconducir esta sensación para dosificar, priorizar y dirigir nuestros esfuerzos hacia cosas y objetivos cercanos,  tangibles. Esas pequeñas cosas que sí están en nuestras manos que suman, y que animan a seguir soñando con metas que hoy por hoy, seamos realistas, se antojan casi inalcanzables. No obstante, no por inalcanzables, debemos renunciar a ellas. Debemos seguir luchando por lo imposible, aunque lo hagamos ya sin ninguna esperanza. Que sea esto lo que nos mueva y no lo que nos paralice.

Según escribo esto, me doy cuenta de que en estos dos últimos párrafos está la respuesta que le hubiera dado a mi viejo amigo. En aquel momento no me salió.

Quizá en nuestro próximo encuentro.

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Juicio al abstencionista (activo)

Mucho me temo que a medida que se acerquen las elecciones (de hecho ya lo estoy notando) voy a pasar a ser considerado por una mayoría como parte del problema, como uno de los responsables de todos los males que nos afectan a diario.  A partir de mayo, y sobretodo de noviembre, pasaré a la categoría de apestado, de loco, de irresponsable. Mi único pecado, mi único delito: haber decidido que no voy a votar. Lo que más duele (de hecho es lo único que duele) es que sea juzgado de esa manera por personas,  por amig@s que aprecio y que quiero de verdad. Del resto, sinceramente me es indiferente.

Especialmente después de las elecciones, pasaré a ser señalado e incluido en el mismo saco que aquell@s que, o bien están completamente desvinculad@s de la realidad y no votan por pasotismo y analfabetismo políticos, o bien con aquellos que, ejerciendo ese curioso derecho, lo hacen depositando la confianza  en los que nos han estado jodiendo la vida durante estos 40 años extra de neofranquismo decorado de «democracia». Grandes citas para el recuerdo como: «Si no votas, le haces el juego al PP», «Si no votas le das el voto a la mayoría»-y la que más me gusta-«Si no votas, luego no te quejes», reflejan la ceguera de una sociedad completamente ajena a lo que está por venir.  De nada importa que dediques  tus energías, tu vida y la mayor parte de tu tiempo a romperte los cuernos por los de abajo. Se olvida todo el trabajo, todo el esfuerzo que has hecho y que haces para transformar este mundo tan enfermo. Quedan borradas horas y horas de dedicación desinteresada por el bien común, esfumándose de repente, cual ataque de amnesia, todo lo que has hecho y haces a diario por cambiar las cosas. Ahora sólo vale el… «si no votas eres cómplice de lo que nos pase».  ¡Es tremendamente injusto joder! Bien pensado, quizás sea este el precio que haya que pagar por apartarse del rebaño y  caminar en sentido contrario al que marcan los amos. Emanciparse, liberarse  del pensamiento único, tiene unos costes que debemos asumir, por duros que sean.

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Parece una locura que se responsabilice a alguien de algo que no ha cometido.  Si de depurar responsabilidades se trata, en todo caso habría que señalar a quienes, en la más absoluta ignorancia han contribuido (y desgraciadamente seguirán haciéndolo) a este desastre,  ejerciendo precisamente ese derecho a voto, para acabar aupando al poder a los psicópatas que se han ido turnando el poder ¿o es que tengo yo la culpa de que 10,7 millones de cretinos votaran a quienes nos están jodiendo la vida? No pidáis cuentas a quien decide abstenerse activamente como forma de protesta y empezad a buscad responsables entre la gran mayoría del rebaño,  esos «votantes pasivos» de todos los colores políticos, que no hacen otra cosa que meter el papelito cada cuatro años esperando no se qué tipo de milagro que nunca llegará. Esto, por supuesto no va contra aquell@s quienes, además de votar, están y estarán fiscalizando todo lo que hacen aquell@s a quienes votan y seguirán luchando desde abajo pase lo que pase, y esté quien esté en el poder. Pero es@s, lamentablemente no son los más numeros@s.

Vivimos en una sociedad tan  contaminada de todo lo malo que nos inyecta el capitalismo, que la gran mayoría lleva grabado a fuego, que la única forma de «democracia» es votar cada 4 años. Por contra, los que pensamos diferente, resulta que vivimos constantemente pensando en un utopía  irrealizable. Sin embargo,  utopía es pensar que el mundo puede continuar de misma la manera, haciendo exactamente lo mismo, para que finalmente nada cambie; Mantras verdaderamente utópicos son: «Hay que recuperar el crecimiento para crear empleo y aumentar el consumo», y yo digo, pero ¿crecer de dónde y a costa de qué? ¿consumir más aun? ¿a costa de quienes y de qué? Es todo tan absurdo…

¿voto útil? Habría que repensar a quienes de verdad les ha sido «útil» el voto de millones y millones de personas durante estos supuestos treinta y tantos años de «democracia». Desde luego no a la gran cantidad de ingenu@s que alguna vez nos creímos esa falacia de la «utilidad» del voto.

No es este un post en el que vaya a explicar las razones que me llevan a no ejercer ese derecho (quizá el único que nos queda. Preguntaos el porqué…) a meter un papelito en una urna. Baste decir que resulta del todo absurdo, creer que si toda una sociedad no ha sido capaz de cambiar nada (más bien estropearlo todo), un grupo nuevo de expertos vaya a tener la fórmula mágica para revertir radicalmente la situación. Es más lógico pensar que  si tod@s la hemos cagado, tod@s debemos intentar arreglarlo  ¿no?

No pretendo convencer a nadie, pero tampoco quiero que me convenzan a mi.  De hecho, podría hablar y polemizar mucho más sobre tema, pero no lo hago porque respeto enormemente a quien sí decide ejercer su derecho a voto. Solo pido un poco de tolerancia y de respeto para quien conscientemente y como un acto también político, decide ejercer el derecho a no hacerlo. A mi me ha costado un tiempo y mucha reflexión tomar esta decisión, porque es muy difícil desatarte de los lazos invisibles con que te aferra el sistema.  Es una decisión que llega fruto de mi corta, pero intensa experiencia en esa vida política que ejercemos, que vivimos, y que a veces sufrimos en los movimientos sociales. Un proceso que quizá hay que vivir para poder llegar a la misma conclusión.

No me invento nada. La prueba más clara de que votar no sirve, la tenemos en nuestros vecinos griegos, quienes tras unas primeras semanas de gobierno que para muchos parecían ilusionantes, y donde muchos creían que el nuevo gobierno de Syriza podía encabezar la rebelión de los países del sur contra la Europa de los mercados y la TROIKA, ha vuelto a ceder ante ésta, bajándose los pantalones y pidiendo otra «ayuda»=secuestro a Bruselas. Y por supuesto tampoco me sirve el argumento de que hay que votar aunque sea un «mal necesario». De males estamos hasta las narices. Es hora de pensar en «bienes» necesarios. Por favor, no sigamos asumiendo la derrota por más tiempo. Precisamente es lo que quiere este sistema. Personas derrotadas de antemano y fácilmente manipulables.

Nadie me ha lavado el cerebro, nadie quiso influir en mi,  y eso es lo que más valoro y por lo que más confío en mi decisión. Ha sido consecuencia de un largo proceso, de una transformación y despertar personal. Estoy harto de ser pragmático. Ha llegado la hora de ser coherente. El pragmatismo en política es sinónimo de conformismo y yo ya no me conformo con legitimar a través de un voto, un sistema brutal que, aunque venga maquillado y reformado con un puñado de buenas intenciones, solo busca perpetuarse.  No me podría perdonar otra vez, traicionar mis ideales con la excusa de elegir el  «mal menor» o de confiar mi vida y la de los demás, a gente que probablemente no comparte ni mis inquietudes, ni la idea de lo que a mi entender debe ser el único futuro posible para este planeta y quienes lo habitamos.

Puedo estar equivocado. De hecho y a diferencia de aquellos quienes me juzgáis culpabilizándome de lo que pueda devenir de mi decisión, desearía estarlo. Solo pido que respetéis mi decisión y no me juzguéis por no participar de lo que a mi parecer es la mayor trampa, el mejor arma y el verdadero caballo de Troya que tiene el capitalismo entre nosotros. No espero que lo entendáis. Quizá con el tiempo, que todo lo pone en su sitio. Solo quiero que lo respetéis, y si algún día (que lo dudo) se demuestra que estoy equivocado, seré el primero en reconocerlo. No os quepa la menor duda.

No voy a volver a escribir sobre esto. Os dejo que hagáis lo que os dicte vuestra conciencia. La mía, hace un tiempo que dictó sentencia. Pase lo que pase en las elecciones de este año, y en las que estén por venir, os espero allá donde el pueblo debería estar siempre,  y donde hace ya mucho tiempo que ha olvidado estar; participando activamente de la transformación social, preocupado los problemas globales, trabajando y luchando desinteresadamente en las calles, en las asambleas, en los centros sociales y en aquellos lugares donde DESDE ABAJO construyamos una verdadera democracia que permita crear un mundo diferente a la abominación que tenemos en la actualidad.

Espero que vuestra decepción tras las elecciones no sea tan dura como para no empezar a creer  que otro mundo radicalmente diferente no es sólo posible, sino necesario. Un mundo que está por conquistar, por nacer, por crear. Allí nos vemos.

Acabo con las palabras de Ricardo Mella que creo reflejan mucho mejor que yo, aquello que he querido expresar en estas lineas:

 «Si quieren ustedes, voten, pero trabajen por la emancipación, desde abajo, los restantes 364 días del año. Si es que el hechizo por elecciones y representaciones se lo permite»

 

Hoy iba a escribir algo diferente pero…

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Se suponía que la entrada de hoy en este blog iba a ser una reflexión personal  bastante triste, pesimista y desesperanzadora, relativa a  la cruda realidad que nos acecha. Una de  esas que de tanto en tanto, y por salud mental,  tengo la necesidad de sacar de mi interior.  Sin embargo ayer un niño de 13 años consiguió eliminar esa idea de mi cabeza. De pronto el desasosiego se marchó, dando pie a la emoción, la ternura y a la esperanza.

Miguel, el hijo de una pareja de grandes amigos y  mejores compañeros de lucha, protagonizó ayer tal gesto de solidaridad  con la dura y admirable lucha que está llevando a cabo el CEIP Ciutat de Cremona, que cambió mi estado de ánimo por completo y me hizo replantearme muchas cosas. Entre ellas la que iba a ser la siguiente entrada de este blog.

Pero vamos con la gesta de este pequeño gran revolucionario.

Miguel, asistía ayer a la entrega de Premios a la excelencia educativa, que concede anualmente la Conselleria de Educación a los alumnos más brillantes que han acabado la educación primaria. Se supone que un niño de 13 años, al que se le va a reconocer y premiar públicamente por sus grandes méritos académicos, debería estar nervioso,  pensando en disfrutar y  presumir del premio ante las cámaras, compartir impresiones entre sus compañer@s de galardón, lucir su diploma ante sus orgullosos padres y además, sentirse feliz y orgulloso por recibir tal reconocimiento en un «sitio importante» (Museo Reina Sofía)   de manos de gente «importante»-nada más y nada menos que la misma Consellera d’Educació, Mª José Català.

Pero no fue así. Miguel, lejos de recrearse y pensar en todo eso, aprovechó ese momento para acordarse de la Comunidad Educativa del Colegio público Ciutat de Cremona que lleva 4 meses de durísima lucha contra la Conselleria para recuperar  las líneas de  Infantil de 3 años que bajo decretazo  les han sido suprimidas y que implicaría la futura desaparición del colegio. En una preciosa demostración de conciencia, de compromiso y de agradecimiento hacia lo que representa la Escuela Pública de calidad (de la que se imparte en el Cremona),  se enfundó la camiseta naranja de la Plataforma Tots som Cremona y salió a recoger el premio con ella.

Reconozco que me hubiera encantado ver la cara de la Consellera Català cuando le entregó el Premio al chico, aunque hubiera pagado por ver la cara de propio Migue cuando recogió su premio, de manos de los culpables  del estado tan deplorable en que se encuentra la Educación Publica en estas tierras. Me lo imagino mirándoles a la cara y pensando: -yo no estudié en el Cremona, pero represento la Escuela y los valores que allí se imparten y que vosotros os queréis cargar. Vengo con esta camiseta para que no olvidéis  que allí hay gente que no se rinde y que va a luchar hasta el final para recuperar lo que vosotros les habéis robado-. 

Lo que hizo Migue ayer, es el acto de amor y de conciencia más grande que he conocido en mucho tiempo y es doblemente admirable porque nace de la iniciativa de un niño que  prefiere antes visibilizar una injusticia dando su apoyo al Cremona, que disfrutar y lucir su éxito personal académico como haría cualquier niño de esa edad. Además,  se permitió el gustazo de darle una bofetada de dignidad y de realidad a las máximas autoridades valencianas en materia de educación.

Como dice el proverbio africano, mal atribuido a Eduardo Galeano: » Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo» . El gesto de valentía y rebeldía de Migue fue solo una de esas pequeñas acciones que debemos tomar el resto como aviso y ejemplo para afrontar esa necesaria transformación interior, como única vía para arreglar el kaos que vivimos actualmente.

Queda demostrado una vez más, que los mayores tenemos todavía muchas cosas que aprender de los niños. Ayer Migue nos dio una lección de dignidad, de honestidad y de valentía.  Eso es muchísimo más de lo que se  puede decir de una gran mayoría que no solo acepta con resignación su miseria personal, sino que es incapaz de estremecerse ante cualquier injusticia que se cometa a su alrededor. Migue es de esos niños  que si lo hace. Es de esas personas que seguro van a ser imprescindibles en el futuro a la hora de transformar esta sociedad tan enferma, tan poco cohesionada y tan falta de solidaridad.

Doy gracias al destino por tener la oportunidad de conocer en persona al chaval y aprovecho para darle la enhorabuena y felicitar a sus padres, mis amigos,  por criar y educar a un chaval tan íntegro y tan valiente en una época donde es muy difícil serlo porque reina el miedo.

Y finalmente gracias a ti Miguel, por ser una inspiración para aquellos que en ocasiones perdemos, aunque sea solo por un instante,  la fe en la raza humana. Gestos como el tuyo nos dan la fuerza y la energía necesarias para seguir adelante.

Pepe Mujica o cómo hay que pasar por esta vida

José Mujica españolUna vez más, y ya van unas cuentas, ha tenido que ser la caja tonta en uno de sus canales pseudoprogres, quien de a conocer a la gran masa borreguil, a una de las más grandes  personalidades que quedan vivas (en el más amplio sentido de la palabra) en este denostado y maltratado planeta. Fue hace  un par de domingos, en ese programa de La Secta llamado «Salvados», donde se emitió una entrevista al Presidente de la República de Uruguay, José Mujica.

Aunque algunos ya habíamos visto bastantes entrevistas e intervenciones (recuerdo especialmente esta en Rio+20) de ese señor con pinta del típico abuelo que planta la  silla en el portal de casa en un pueblo cualquiera en una noche cálida estival sentándose  a disfrutar del ocaso de su vida, esta entrevista me dio la clave de todo.

Por un lado muchos televidentes pudieron comprobar por vez primera, que no todos los máximos dirigentes de un país son iguales. Solo hay que ver la imagen de un Mujica en su pequeña casita de campo, rodeado de perros, gatos y gallinas, viviendo como dice él, «una vida sobria», sin excesos, sin lujos…y por otro, ver lo que tenemos aquí; a Rajoy «El Plasmado» rodeado de otro tipo de fauna: los presidentes de las empresas del IBEX-35. La diferencia pues, es escandalosa. Podríamos hablar incluso de enormes diferencias entre ambos a la hora de realizar políticas. Pero no es eso con lo que me quedaría del viejo Presidente uruguayo. Como  le cuenta a Jordi Évole en la entrevista, no ha podido cumplir todo el programa político que se proponía cuando llegó al gobierno unos años atrás. Y es que parece ser que por muy honesto, sincero, honrado e incorruptible que sea uno, ser presidente de un país en un mundo dominado por un capitalismo salvaje y despiadado, es una de las cosas más difíciles que existen. Puedes hacer cambios, pero hasta cierto punto…

Uruguay ahora tiene ley que permite el aborto, ha legalizado la venta de marihuana, y hay una relativa mejor redistribución de la riqueza. Insuficiente. Sigue siendo un paraíso fiscal, donde las grandes corporaciones se benefician de increíbles ventajas…con la excusa «de que dan empleo». Pero, ¿es eso motivo para tirar la toalla? No, y el Mujica persona nos lo demuestra.

Y es que lo mejor de este «abuelete» no es su yo presidente, es simplemente su yo como persona. Él encarna lo que tod@s deberíamos ser, y cómo  deberíamos afrontar nuestro paso por la vida. La mejor política que hace Mujica es mostrarle al mundo que está completamente equivocado. Que es más importante nuestro tiempo que el dinero que se gana con él trabajando 12 o 14 horas para comprar lujos y caprichos innecesarios que no podemos ni DEBEMOS permitirnos. Cosas superfluas que el propio sistema nos ha hecho creer que nos harán más felices. Y he ahí lo más grande de Pepe Mujica, que predica con el ejemplo.

El viejo guerrillero tupamaro, le dice a su país, y por extensión al mundo entero, que la felicidad no está en tener más, sino en desear menos. Pero Uruguay y el mundo entero no están dispuestos a escuchar. Nos empeñamos en delegar todas las decisiones importantes en un grupo de gente que muchas veces, no es el caso del presidente uruguayo, no tienen nada que ver con nuestra realidad. Si una persona tan íntegra como él, no ha podido cambiar su país como quisiera, es que eso de la democracia representativa no funciona. Las limitaciones que pone este brutal sistema son enormes y lo peor es que tragamos con ellas.

Ahí está el error y ahí es donde esta entrevista me dio la clave de todo. Somos el grueso de la población, tomando nuestras propias decisiones cotidianas, los que podemos y debemos cambiar el mundo. Cómo, cuando y dónde consumimos. Cómo, cuanto y donde trabajamos. Cómo y donde vivimos. «Cambia tu y el mundo cambiará a tu alredededor» . Y eso es lo que intenta hacer el Mujica persona.

Cambiar los  terribles y enfermizos hábitos inyectados por el sistema y reinventarse como persona, es el acto más revolucionario que podemos hacer para transformar este mundo de mierda que entre tod@s hemos alimentado. Creer que desde arriba va a haber un cambio radical en el estado de las cosas, mientras los de abajo seguimos igual, es como creer que un drogadicto se rehabilitará si cambia de centro. Como decía Disraeli «Dejemos de creer en los sistemas y empecemos a creer en las personas». 

Eso es lo que nos muestra el viejo mandatario sudamericano y es con lo que me quedo. Su coherencia. Su ternura. Su sinceridad y honestidad. Su forma de ver y sentir la vida. Su ejemplo y su vida, son la prueba más viva de que es posible cambiar las cosas. Lo más grande de Mujica es que él no tiene que cambiar. Él siempre fue así. Solo nos muestra el camino de cómo hacerlo.

Ahora nos toca el turno a nosotr@s. Ya va siendo hora, ¿no creéis?

 

Hoy cumplo 3 años

10150585_638931119521489_879221243400983553_nParece que fue ayer aquel domingo de mayo en que acudimos a esa manifestación sin saber qué pasaría, a quien nos encontraríamos y cómo acabaría aquello. Parece que fue ayer cuando un grupo de personas plantaron las primeras tiendas en la plaza. Parece que fue ayer cuando se hizo la primera asamblea, cuando se cogió el primer micro, cuando se pronunciaron las primeras palabras que reflejaban los primeros sueños, los primeros anhelos de libertad y de dignidad…

También parece ayer mismo, cuando 4 personas, 4 loc@s,  convocamos la primera asamblea en Buñol. ¡cuanto miedo teníamos! ¡Y cuánto nos quedaba por aprender y por vivir! Parece ayer…pero ya han pasado 3 años. Y es que el tiempo corría inexorablemente mientras nosotr@s, los y las hij@s del 15-M, íbamos reconstruyendo nuestras vidas y conciencias, a través de experiencias, de éxitos y fracasos, de compartir y de (des)aprender  mediante una actividad frenética y de mucho curro en las calles y en las asambleas. Así, a cualquiera se le pasa el tiempo volando…

No voy a enumerar otra vez (porque ya lo hice aquí) los logros y las victorias tangibles que todavía se pueden observar hoy en día y que están más activas que nunca. Baste decir que a nivel personal, el mejor logro del 15-M fue la batalla que gané contra mí mismo. Dormíamos, despertamos. Esas dos palabras definen el mayor éxito del movimiento y son palabras que me acompañarán el resto de mi vida. En mi vida, ya nada es igual desde ese día. Para mi, siempre habrá una pesadilla antes, y una vida plena después del 15 de mayo de 2011.

Para l@s despistad@s, quienes torpe e ingenuamente creían que el 15-M tenía que sacarnos/salvarnos de este apocalipsis capitalista (perversamente bautizado como «crisis»), y que debería haberse convertido en una alternativa al poder establecido, decirles una vez más que están en un error. Lo que ese día y los meses posteriores surgió, nunca pretendió (o al menos así lo creo yo) ser una alternativa de poder. Lo que en este sentido, muchos ven como un fallo y un fracaso del movimiento, yo lo interpreto como algo lógico y coherente con las raíces y las razones por las cuales surgió. El 15-M es el camino, es el reencuentro, es la conexión con esas personas que vibramos en la misma frecuencia, es la toma de una conciencia colectiva que andaba desaparecida, es compartir, es amar,  es crear, es creer…

No es más que la semilla que plantas y que, si germina, puede que en el medio/largo plazo, florezca y se consolide en alternativas. Pero no alternativas de poder, sino alternativas para vivir de una forma razonable, lógica y sostenible, fuera de esta barbarie capitalista, que entre tod@s hemos alimentado y que paradójicamente nos está consumiendo.  Desde hace 3 años, algun@s hemos ido aprendiendo que no es cierto que no haya salida al sistema capitalista. Que las mayores cadenas, las mayores ataduras están en nuestro interior. Que si somos capaces de liberarnos de ellas, todavía hay una mínima posibilidad de futuro para las siguientes generaciones. Para mi, ese fue el objetivo principal que se planteó en su día el 15-M. ¡Pero ojo!, siempre pensado desde la revolución interior, desde la transformación personal,  reducido a esta simple cita: «Cambia, y el mundo cambiará contigo».

Y amig@s, eso intento hacer a diario. Cambiar pequeñas cosas, tomar pequeñas decisiones, hacer cosas diferentes, para cosechar resultados distintos. Y de ahí el nacimiento de este blog, que inauguro hoy con este post, quizás en el día más importante de mi vida. Si, ya se que, igual que el año pasado puedo sonar exagerado pero así lo siento. Doy gracias cada día por haber estado ese día en esa manifestación y en esa Plaza.

Hoy cumplo 3 años. Como veis, todo un bebé en esto. 3 años de vida. De lucha, de sueños, de conocer a personas muy especiales en mi vida. También, como no, de algunas decepciones. Pero de éstas últimas seguimos aprendiendo y salimos más fortalecid@s.

Algunos  preguntan: «¿donde está el 15-M?». Otros afirman:  «El 15-M está muerto».

..yo les contesto. Aquí conmigo. Lo llevo bien dentro y mas vivo que nunca.