Homenaje a Lucía Sánchez Saornil 02-06-24

El pasado 2 de junio, como cada año en esa fecha, la CNT, la CGT y la Plaraforma per la Memòria Històrica del País Valencià nos reunimos en el Cementerio Municipal de València alrededor de la tumba de la poeta libertaria y fundadora de Mujeres Libres, Lucía Sánchez Saornil, para rendirle homenaje. Allí hubo, como siempre, algunas intervenciones, todas ellas emocionantes. De entre todas ellas, quiero rescatar y transcribir en este humilde espacio una que me impactó verdaderamente, no solo por la lucidez de sus palabras, sino por lo que me resonaron a nivel interior, ya que comparto plenamente ese sentimiento de desesperación que emanaban y que a todas las personas que luchamos en todos los espacios que podemos nos invade en los últimos tiempos. Este texto, fue escrito y leído en el acto homenaje por su autora, Isabel Esteve, profesora jubilada y miembro de la Plataforma per la Memòria Histórica del País Valencià. Ya he escuchado a Isabel en otros actos de Memoria Histórica y sus textos siempre han sido igualmente brillantes -siempre destilando optimismo y arengas a la organización popular- pero este último me removió tanto que he creído conveniente compartirlo en este humilde blog, para quien pueda interesar.

Os dejo con Isabel Esteve

Acto en memoria de Lucia Sànchez Saornil, Cementerio de Valencia 2 junio 2024

Cualquiera de las personas que estáis aquí sabéis mucho más de Lucía que yo como afiliadas a la CNT o a la CGT y como feministas. No soy ni una cosa ni la otra, sólo pertenezco a una organización que se dedica a recuperar la memoria de las personas que lucharon por la libertad y el progreso de la clase trabajadora, que perdieron, no siempre pero sí muchas batallas, y que por eso han sido borradas de la historia.

Lucia es un perfecto ejemplo de persona a la que también nosotras queremos recordar: primero por su dignidad, por su valor, por su conciencia de clase que la empujaron a luchar mientras pudo -cuando parecía que todo podía cambiar en España- , y después por su derrota, su largo exilio interior y la losa de silencio y olvido con la que se ha cubierto su recuerdo durante el franquismo y el postfranquismo mal llamado transición.

Personas como ella nos exhortan, nos empujan, nos obligan a luchar. Siempre; y más cuando -como está ocurriendo ahora-, parece que la marcha de la historia este caminado hacia cotas cada vez mayores de catástrofe ecológica, de irracionalidad económica, de desigualdad e injusticia social y de barbarie cultural y moral. Y en el terreno político -que condiciona todos los demás- llegando a niveles cada vez más altos de ignorancia e impotencia por parte de la clase trabajadora -cada vez más desmovilizada y dividida y por tanto más débil-, y de cinismo, desvergüenza y crueldad por parte de la clase dominante -cada vez más globalizada y por tanto más fuerte y a la vez más competitiva y por tanto más belicista y peligrosa-. ¡Negras tormentas agitan el aire…!!

Recuerdo, ante la frase grabada en esta tumba, haber dicho otros años con gran convencimiento: “¡No, Lucía, la esperanza no ha muerto!” Decirlo hoy… me cuesta más.

A pesar de todo hay que creerlo y hay que decirlo: la esperanza no puede morir, hay que seguir luchando…la historia tiene su ritmo y ya vendrán tiempos mejores etc etc etc.

Pero, la verdad es que yo me pregunto muchas veces cuando pienso en Lucía y en otras personas que tengo por modelos de combatientes admirables como ella: hay que luchar pero…¿ cómo? ¿que haría Lucía si viviese ahora?

Sin duda en el pasado las mujeres y los hombres de la clase trabajadora lo tuvieron muy difícil. No quiero ni pensar en los esclavos y los siervos de siglos muy lejanos, ni siquiera en los primeros tiempos de la revolución industrial… ¡todas las aquí presentes sabemos que fueron tiempos crueles, de falta total de libertad, de explotación y de miseria brutales para la clase obrera! Me vengo más cerca, al siglo pasado: los años 10, 20, 30. 40… los años de Lucía y de nuestros abuelos. Fueron horribles: la primera guerra mundial, la crisis del 29, la guerra de España, el auge y expansión del nazismo, la segunda guerra mundial… y en España, después de la guerra, el franquismo puro y duro… Si comparamos, hay que reconocer que hemos tenido suerte: no hemos vivido ninguna guerra.

Sin embargo creo que en aquellos años – años de grandes problemas pero también de grandes luchas – luchar era más fácil. ¿Por qué?

1) En primer lugar una gran parte de la población -pensemos en España- tenía conciencia de clase – (también las mujeres que lucharon y mucho para mejorar sus condiciones de vida, para tener derechos, para que sus hijos no fuesen a matar y morir en guerras coloniales …

2)En segundo lugar existían organizaciones de clase muy fuertes, sindicatos y partidos con miles de afiliados: con sus locales, sus ateneos, sus escuelas para adultos, sus casas del pueblo, sus teóricos, sus modelos y sus héroes, con su propia prensa y actividades, sus tradiciones, sus cantos, sus fiestas …

3) Y en tercer lugar tenían alternativas claras: luchaban por algo muy general pero a la vez muy concreto: algo que incluía muchas cosas a la vez dentro del mismo marco: por el anarquismo, el comunismo, el socialismo, e incluso por la república y la democracia dónde no la había.

¿Qué nos ha quedado de esas tres cosas?

1) ¿Dónde está hoy la conciencia de clase, quién la defiende, quién la educa, quién la refuerza, quién siquiera la nombra?

2) ¿Dónde están las organizaciones de clase? ¿ Dónde los sindicatos de clase combatientes, no pactantes, no subvencionados? (los únicos son la CNT y la CGT aquí presentes, por eso estamos con ellos) ¿Dónde están los partidos de clase, dónde la educación obrera dentro de sus propias organizaciones, dónde sus medios de comunicación, dónde sus internacionales obreras?

3) ¿Dónde están las alternativas globales a los problemas globales? ¿Ya no sirven las antiguas teorías de los grandes maestros de la clase obrera? ¿Acaso han sido sustituidas por otras?

Sin todo eso hoy intentamos luchar en medio de un mar de problemas reales e importantes pero dispersos, de organizaciones divididas y de “informaciones” – eso ya no es un mar es un océano sin fondo- superficiales, confusas, falsas, impartidas por medios de comunicación pagados por alguien en su propio beneficio, informaciones o desinformaciones difíciles de diferenciar de mentiras y bulos difundidos por millones de mensajes agobiantes cuyo poder de penetración es inmenso.

El resultado es: miles de pequeñas luchas llevadas a cabo por cientos de organizaciones intentando resolver los miles de problemas que el capitalismo global crea: ecologismo, feminismo, laicismo, cambio climático, antirracismo, por la paz, por la memoria… Luchas justificadas y organizaciones llenas de buena voluntad pero, en mi opinión, parciales y poco efectivas porque no están organizadas sobre la base de los intereses de la clase trabajadora contra el capitalismo global que es la verdadera causa de todos los problemas. En este sentido Mujeres Libres creo que fue un ejemplo magnífico porque daba soluciones a problemas muy concretos de las mujeres derivados sobre todo de su clase social-problemas de trabajo, de educación, de libertades reales en la vida familiar, de crianza de los hijos, de prostitución etc…. ; por eso en poco tiempo tuvo más de 20.000 afiliadas.

Y mientras las personas luchadoras intentan -intentamos- organizarnos, concienciar a los demás, movilizarnos, reivindicar soluciones etc……en medio del caótico mar de problemas, de organizaciones y de informaciones o desinformaciones, los políticos -que deben ser los organizadores “profesionales” de los asuntos públicos- ni ofrecen soluciones, ni analizan a fondo los problemas, ni presentar alternativas, ni educan ni organizan a la gente.

En eso la derecha, cada vez más globalizada y salvaje -en España siempre ha sido salvaje-siempre gana porque aunque no lo diga, tiene muy clara su conciencia de clase y su programa: conservar su poder, sus propiedades, sus beneficios y sus privilegios, y también conoce muy bien la solución a sus problemas y como dirigir y controlar a los descontentos. Lleva siglos haciéndolo y tiene todas las armas y los aliados para hacerlo: iglesia, leyes, jueces, ejército, organizaciones internacionales…

En cambio la izquierda vergonzante y pusilánime o ha olvidado su conciencia de clase, las soluciones y las organizaciones que tuvo en otros tiempos, o no se atreve a recordarlas ni a aplicarlas. En lugar de contar con nosotros, la inmensa mayoría de la población, los descontentos, los carentes de privilegios, se limita a pedirnos el voto cada cuatro años. No es raro que el fascismo avance.

Las personas que tenemos conciencia de clase y voluntad de cambio, lo tenemos difícil, seguramente más que en tiempos de Lucía, cuando los contendientes y los frentes estaban más claros. A pesar de todo, seguiremos luchado. ¿Por qué? Por dignidad, porque es lo único que podemos hacer y porque se lo debemos a Lucía y a los millones de hombres y mujeres que han luchado y sufrido lo que no está escrito por la libertad, el progreso y el bienestar de la inmensa mayoría. ¿Para conseguir qué? Eso ya no está tan claro: no depende sólo de nosotras sino de la relación de fuerzas entre las clases… y eso por ahora no nos es favorable.-

Isabel Esteve en el momento de la lectura de tu texto.

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